Querida profesora,


Caminando por la calles de la ciudad me encontré contigo, tu mi querida profesora del primer grado de primaria. Mi corazón se llenó de alegría por encontrarte, pero a la vez me puse triste porque noté que los años ya te habían pasado, supe no podías caminar, no podías hablar, y no podías reconocerme, pues el Alzheimer se había apoderado de ti, es por esto que decidí escribirte esta carta. 

Al verte recordé mi infancia en esa pequeña escuela ¿recuerdas?, sí, una escuela tan pequeña que no tenía tecnología, ni parque donde jugar, una escuela tan pequeña que no tenía las suficientes sillas para los niños y que no tenía agua. Pero a la vez era una escuela tan grande, porque en ella el amor abundaba y las risas eran infinitas, en mi escuela yo me sentía rico porque tenía el corazón lleno de felicidad gracias a ti, tú eras mi heroína. 

Me enseñaste que no existían los límites, que a pesar de que la escuela no tuviese dinero se podía aprender con libertad, gracias a ti aprendí a crear mis propios materiales para pintar, aprendí a crear mis instrumentos musicales con elementos reciclados, pero sobre todo aprendí que el arte es la forma más pura de la expresión del alma. 

Después de veinte años me convertí en un artista que explora los materiales, que reutiliza los elementos electrónicos para crear obras de arte, que abstrae las emociones más fuertes del ser humano para crear arte. Y hoy en día, luego de encontrarme contigo, mi querida profesora de primaria, soy consciente que gracias a tu influencia y las enseñanzas dentro que me brindaste en esa humilde escuela, hoy soy uno de los artistas con mayor proyección de mi región. 

Gracias por iluminar mi corazón en mi infancia y por enseñarme el verdadero significado de la vida, Nosotros, los seres humanos, estamos aquí para aprender a amar, dejar una huella y ser felices. 

Por siempre tu estudiante,


Víctor

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